jueves, 16 de septiembre de 2010
canción+o-
Y llegó Pedro con su chaquetón café, cuando cruzó miradas con la joven damita, mientras, la música llenaba cada rincón de la antigua casa.
Quieren decir algunos que no había tal casa.
La niña sentada en su rincón, el suyo, el propio, escucha atenta todo el silencioso ruido que acontece a su alrededor.
Vio rodar una gruesa lágrima por la mejilla del pequeño hombrecito que cantaba folkclore. El hombrecito en tanto observaba pendiente las caras de quienes allí estaban, cuando divisó la sonrisa quebrada de la joven damita, y ésta a su vez, miró la cara que Pedro ponía al ver a la niña que bailaba incesante las melodías en su cabeza.
Había tanta complicidad entre los cuatro, que por mucho intentar los señores de alta alcurnia entrar en el juego, era trabajo inútil...
Cuando Inés, madre, esposa, musa y amante comenzó a escribir cuentos en su cabeza, llenaba los espacios con palabras que oía del hombrecito gris que cantaba folkclore, hablaba de la fuerza, de la rabia, del amor también. Inés toma del brazo a la pequeña niña, mira celosa a la damita, hace una señal a Pedro, quien se acerca y la besa en la boca.
El hombrecito entretanto, el amante efímero, termina de cantar su canción...
Quieren decir algunos que no había tal casa.
La niña sentada en su rincón, el suyo, el propio, escucha atenta todo el silencioso ruido que acontece a su alrededor.
Vio rodar una gruesa lágrima por la mejilla del pequeño hombrecito que cantaba folkclore. El hombrecito en tanto observaba pendiente las caras de quienes allí estaban, cuando divisó la sonrisa quebrada de la joven damita, y ésta a su vez, miró la cara que Pedro ponía al ver a la niña que bailaba incesante las melodías en su cabeza.
Había tanta complicidad entre los cuatro, que por mucho intentar los señores de alta alcurnia entrar en el juego, era trabajo inútil...
Cuando Inés, madre, esposa, musa y amante comenzó a escribir cuentos en su cabeza, llenaba los espacios con palabras que oía del hombrecito gris que cantaba folkclore, hablaba de la fuerza, de la rabia, del amor también. Inés toma del brazo a la pequeña niña, mira celosa a la damita, hace una señal a Pedro, quien se acerca y la besa en la boca.
El hombrecito entretanto, el amante efímero, termina de cantar su canción...
miércoles, 15 de septiembre de 2010
....
Atesoré momentos mágicos que se quedarán guardados en el baúl del pasado,
quise ir contigo a tocar estrellas, llegué más pronto de lo que esperé al suelo de una vez.
Me miro al espejo y no concibo ser lo que veo,
no hay armonía entre yo y yo.
Se quebrarán mil y un cristales más,
reiré, cantaré, lloraré todo el mar que me queda por llorar.
El tiempo seguirá avanzando y seré más vieja,
y reiré más veces, y cantaré más veces (y más, y más, y más...).
Caeré tanto sea necesario, y volverá a temblarme la voz.
Soy un grano de arena en el desierto,
soy tan pequeña que me pierdo entre las sábanas,
pero...
creceré como ya he crecido...
y me los devoraré a todos.
quise ir contigo a tocar estrellas, llegué más pronto de lo que esperé al suelo de una vez.
Me miro al espejo y no concibo ser lo que veo,
no hay armonía entre yo y yo.
Se quebrarán mil y un cristales más,
reiré, cantaré, lloraré todo el mar que me queda por llorar.
El tiempo seguirá avanzando y seré más vieja,
y reiré más veces, y cantaré más veces (y más, y más, y más...).
Caeré tanto sea necesario, y volverá a temblarme la voz.
Soy un grano de arena en el desierto,
soy tan pequeña que me pierdo entre las sábanas,
pero...
creceré como ya he crecido...
y me los devoraré a todos.
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