Un hombre que sufría una profunda melancolía, acudió a los mejores médicos de su tiempo y cada uno de ellos fracaso al querer aliviarlo. Al fin llego al despacho de un medico prominente, un curandero del alma. Le sugirió a su paciente, que al fin encontrara consuelo y un fin a su melancolía, en el amor. El hombre respondió que el amor no era ningún problema para el, era amado como nadie m´´as en el mundo. A continuación, el medico sugirió que quizás el paciente debería emprender un viaje y ver otras partes del mundo. El hombre respondió que, sin exagerar, había estado en todos los rincones del mundo. El medico recomendó pasatiempos como las artes, los deportes, etc. El hombre respondió a cada una de sus recomendaciones de igual manera: había echo eso y no encontraba alivio. El medico sospecho que el hombre era, posiblemente, un mentiroso sin remedio. No podría haber hecho todas esas cosas, como mantenía. Pero como buen curandero, el medico tuvo una ultima inspiración.
-Ah! -exclamo- Le tengo la perfecta solución. Tiene usted que asistir a la función del mejor cómico de la época. Le va a encantar a tal extremo, que se va a olvidar de todos los vericuetos de su melancolía. Tiene que asistir a la función del Gran Garrick!
El hombre contemplo al medico con la mirada mas triste imaginable y dijo:
-Doctor, si eso es lo que me recomienda, estoy perdido. No tengo remedio. Yo soy el Gran Garrick.
miércoles, 14 de marzo de 2012
cuento
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